Jamaica 1999

Nuestro primer viaje juntos al extranjero. Estrenamos el pasaporte.

Salimos desde Barcelona a Londres, donde Embarcamos a Kingston y acabos en Montego Bay. Nuestra llegada tras 23 horas un pesadísimo viaje fue un tanto escabrosa. Nos hospedamos en el “Negril Cabins” un hotel casi nuevo y de “casi lujo”. Ni el que nos recibió en el aeropuerto ni siquiera en la recepción del hotel, encontramos a alguien

que hablase español. Llegamos desde España con un básico inglés y después de levantarnos y despertar en el hotel explorar por el comedor y la exuberante playa salimos a la calle nosotros solitos.

Empezamos paseando por el Manley Blv. Preguntamos a unos rastas que había comiendo en un puesto callejero que cuanto faltaba hasta “Negril Town”, nos dijeron que unos 12 Km. Venga ya !!!, y preguntamos a otro y efectivamente, nos decían que andando estaba un poquito lejos. Al finar negociamos la ida en un taxi por unos 100 JM$. A medio camino, pasado el Dutty Free que es una especie de Centro Comercial para turistas, paró a recoger a una señora que medía lo que nosotros juntos. Nos tuvimos que aplastar contra el cristal para que subiese con nosotros. No paró de sonar Reagee hasta que llegamos. Nos dejaron en un solar, le indiqué al taxista que queríamos ir “at center of the town” y como insistía en que era aquello, nos creímos timados a la llegada. Efectivamente aquello era el Centro, justo delante de la oficina de Scotia Bank. Dimos un paseo por la ciudad. El aspecto era un poco deprimente, pero poco a poco te vas empapando del ambiente y “embruja” y te inspira confianza y dejas de preocuparte porque la gente lleve unos machetes de unos 50 centímetros. Los pescadores venden pescado en la calle a pleno sol alzando el género sobre la cabeza y gritando para venderlo. Otros cogían cocos, había quién vendía panochas de maíz asadas. Fuimos al banco a comprobar si nos daban dinero con la tarjeta de crédito. Dimos una vuelta por la indescriptible playa y entramos a un súper-mercado en el que todos eran de color y la gente no dejaba de mirarnos. El género, realmente no entraba por lo ojos, pero compramos algo para cenar. Al llegar a la caja, nuestros productos no pasaron por el código de barras, o sea, que marcaban en la caja algo que no tenía nada que ver en absoluto. Discutí con el señor del súper y al final nos quedamos sólo las botellas de agua y unos cacahuetes. Al salir, junto a la carretera había un mercadillo de artesanía, del que nos costó mucho salir. Compramos algo en la primera tienda para salir de allí pitando.

Todos nos querían llevar a su chiringuito “looki,looki” pero al final salimos hacia la carretera. Buscamos un taxi que nos pidió 500 $JM ¿que? si nos ha costado 100. Pues nada que te recomiendan andar mucho y volvimos por 200. Aquella tarde estuvimos en “Bloddy Bay”, que era la playa del hotel. Nos bañamos, tomamos el sol y una Red Stipe.

Ala mañana siguiente recibimos la visita de Sonia, la primera persona que habla en Español que hemos encontrado en la isla, gracias a que estuvo en Cuba 2 años. Es italiana y nos propone una serie de salidas organizadas, a lo que le contestamos que….. no hemos “cruzado el charco” para esto. Queremos ver la casa de Bob Marley, salir de fiesta, bailar en las Reagee Party´s y si, fue genial. Ella tampoco había hecho algunas de las cosas que sugerimos y le interesó casi más a ella que a nosotros. Buscó 2 Italianos de Otro Hotel para parta organizarnos “El día inolvidable”.

En la Furgoneta de un amigo Italiano también de Sonia, que llevaba unos años, dando paseitos en la furgona, conocimos a Mario y Antonel-la. Ella les había hablado de lo que pretendíamos y salimos rumbo a la casa de Bob Marley. Negril, Green Island, Lucena, y en Montego Bay dejamos la carretera para enfilarnos por unos caminos en plena selva durante 2 horas. La gente apartaba sus bicicletas para dejarnos pasar. A la Entrada nos esperaba un señor que lo primero que hizo al recibirnos tras darnos un abrazo fue liarse un cigarrillo de “ganja”. “Jammon”, el saludo Jamaicano. Nos indicó que allí nadie nos iba a pedir nada más que respeto por el lugar, ni siquiera dinero, eso sí, estaba prohibido fumar cualquier cosa que no fuese ganja (marihuana) en honor a Bob Marley.

Eran 3 edificios muy pequeños al pié de una ladera. En el primero aún hoy vive la madre de Bob Marley, estaba allí pero no la vimos. En esta casa, accedimos a la planta de arriba donde me hice una foto cogido de la rama de una árbol de “Ganja” que estaba plantado en el piso de abajo, y daba hasta sombra. Unos metros más arriba, rodeada por un jardín de la flora autóctona, estaba la casa de Bob Marley. Allí vivió sólo desde muy joven, tenía unos 25 metros cuadrados era minúscula. No era más que un cobertizo con una cama.

En el Tercero de los edificios era el único donde no dejaban pasar con las cámaras de fotos y nos tuvimos que descalzar. Al entrar un enorme busto con la figura de Bob Marley te daba la bienvenida. Había una especie de panteón en el que descansaban sus restos. La habitación tenía las ventanas con cristales de colores y había objetos personales de toda clave. Desde flores, mecheros, libritos de papel de fumar y hasta tarjetas de visita de la oficina de algunos que llegaron antes. John, el guía seguía explicando repitiendo estribillos de algunas canciones de Bob durante toda la visita. Fuera, en el suelo había una piedra donde decía que Bob Marley se tumbaba a componer sus canciones, apoyando en ella la cabeza, nosotros, supongo que como muchos de los visitantes repetimos el ritual.

La verdad es que la casa es un sitio súper curioso. Bob Marley que es el Icono más importante de la isla de Jamaica, descansa en un sitio muy escondido, de difícil acceso y que apenas es visitado. En Kingston está el museo de Bob Marley que es dónde van la mayoría de turistas y está lleno de objetos y piezas de su obra. No pudimos visitarlo, pero creo que esto fue mucho mejor.

A la vuelta, un señor nos paró en la calle y nos pidió que le bajásemos hasta la ciudad (Montego-Bay), unas dos horas en furgoneta. Durante el trayecto, nos aseguraba que él era tío carnal de Bob Marley y no paraba de contar cosas de su sobrino. Supongo que en esta isla todo el mundo dice haberle conocido. Dejamos al señor en la Ciudad y paramos a comprar unos snacks, papel de fumar y unas cervezas bien frías. Pusimos por enésima ver la cinta número 7 de Bob Marley (lo eran todas) y aprovechamos un regalo que nos hizo John el guía, que nos obsequió la visita con una pequeña bolsa de ganja.

Ese fue el mejor de todos los días.

Sonia, vino a buscarnos en un par de ocasiones para llevarnos a los baretos de marcha de la zona. Estuvimos en el Rick’s Café. Un bar al pié de un acantilado en que como todos sólo sonaba reagee. No había ni siquiera neveras. Es un sitio muy famoso. Dicen que tiene la mejor puesta de sol de todo el Caribe. Hay algunos valientes que se tiran desde el acantilado, unos 25 metros, hasta el mar.

A los 2 días estábamos hechos por completo a la isla y la disfrutamos el resto de la semana.