Santiago de Cuba

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La ciudad de Santiago, nos pareció demasiado movida. Ruido humo y muchísima gente inunda el centro. Esta ciudad es con diferencia donde los jineteros resultaron ser los más pesados, pero también conocimos a una familia en el ferry de Cayo Granma y un par de mendigos que acabaron siendo amigos nuestros.

La música en toda cuba suena, pero en Santiago más. En la taberna de la Dolores, escuchamos a un señor cantar en esa casa que parecía un caserío antiguo Español en el patio de dentro, con su pozo en medio, donde unas orquídeas colgaban para darnos sombra. La taberna de la Dolores hay que visitarla, es una casa de madera muy entrañable y tiene muy buena música.

Estuvimos en la casa de la Trova, donde también éramos los únicos extranjeros que disfrutaron del concierto de Ceila y su Trova Santiaguera. nos brindaron una sabrosa tarde con su música. La casa de la trova, tienen un patio pequeño al fondo donde no habíamos más de 8 o 9 personas aplaudiendo y escuchando. Ceila nos dedicó una canción y hasta me sacó a bailar y me dejó tocar las maracas con el grupo. En cuba la música suena en casi todos los locales sin electricidad. Las guitarras, los bajos, la percusión y la voz suena tal y como sale de dentro.

 

 


 


Posiblemente teníamos que habernos metido más en la vida de Santiago. Cenamos en el Matamoros dos veces donde evidentemente también hay música en directo y los precios son bastante razonables. Por la noche, Santiago se llena más todavía de gente y todos los locales arrojan salsa son y guaracha a la calle, vale la pena darte un paseo por el Centro. En la calle hay muchos puestos de comida rápida en los que puedes picar algo.

Estuvimos un día menos de lo previsto. Visitamos algún museo y “desconectamos” una mañana cogiendo el ferry que va a cayo Granma, una isla muy cerca de de bahía de Santiago, donde pasamos una jornada de lo más tranquilo y agradable. Recomendamos ir al cayo, parece que se pare el tiempo. Éramos los únicos turistas del ferry. El Cayo no tiene playas, no es más que un tranquilísimo pueblo que ocupa toda la isla y que sobre la loma, tiene una iglesia, pero vale mucho la pena acercarse. Aquí conocemos a Laila, una niña muy amable que nos acompañó para ver la iglesia. Como en Viñales y Baracoa, la gente te saluda por la calle al verte pasar.


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